En las misiones de semana santa pasada me impresionó el impacto que le dejó a un chavo la visita que hicimos a un enfermo. Don Serapión llevaba en cama 10 años con parálisis del cuello hasta las piernas. ¡Una alegría se le notaba en el rostro! Se confesó, le di la unción de los enfermos y después comulgó. Emiliano, que me acompañaba, salió casi con lágrimas en los ojos. “Me acabo de encontrar con Jesús mismo”. Le había dejado mucha huella la alegría de Serapión en medio del dolor. En esta meditación queremos encontrarnos con Jesús, como lo hicieron los primeros apóstoles.

  1. UNA EXPERIENCIA CON ÉL.

Hemos leído el evangelio de la elección de los primeros apóstoles. Los primeros amigos de Jesús, los más cercanos. Jesús le sale al encuentro a Pedro, que será el primer Papa, la roca sobre la que edificará su Iglesia, nuestra Iglesia. 

Jesús le pide su barca. Se hace el necesitado. Dios nos pide algo, lo poco que somos, lo poco que tenemos, pero lo necesita. Se hace el que lo necesita. Y nos invita “a bordo”. Es decir, quiere que vayamos con Él, para hacer la experiencia de alta mar. ¿Cuántas veces te has encontrado con el Señor? ¿Qué experiencia recuerdas donde puedes decir que casi lo has tocado? Bien, pues igual que Francisco, el gran San Francisco de Asís, tú también has visto el rostro de Cristo en alguna experiencia.

  1. UNA LLAMADA.

Después de haber hablado a la gente desde la barca, Jesús le pide a Pedro un imposible: pescar a medio día. Sabemos que a los peces les molesta la luz de sol y por ello suelen bajar al fondo del agua. El mejor momento para pescar es la noche o la madrugada. Así lo habían hecho, le dice Pedro a Nuestro Señor. Pero hay algo. Pedro responde algo que seguramente a sus compañeros les impresiona: “en tu nombre lanzaré las redes”. ¿Qué habrá escuchado en el sermón este pescador curtido por el sol y por lo años para que dócilmente haya querido hacer algo sin sentido?

¿Qué has escuchado tú en esa experiencia con el Señor de la historia, de tu historia? ¿Qué te ha pedido Él? ¿Un imposible? ¿Qué dejes todo y le sigas?

  1. UN MILAGRO Y UNA RESPUESTA

Y sucede el milagro. Abundan los peces. A mayor conocimiento del mar y de los peces, mayor es la impresión de estos hombres. Y Pedro responde lo que tú y yo responderíamos ante esta sorpresa del poder de Dios. ¡Apártate de mí Señor porque soy un pecador! ¿Cómo te puedes fijar en mí Tú, que me conoces mejor que nadie? ¿Cómo puedes confiar en mí que te he defraudado tantas veces? Y podemos escuchar el eco de las palabras que tiempo después el mismo Jesús le diría a Pedro: ¿Me amas? Eso me basta, eso me basta.

Deja que Él haga el milagro en tu vida. A ti sólo te corresponde decir como la Santísima Virgen María: fiat. Hágase en mí según tu palabra.

COLOQUIO

Jesús, ahora que experimento en mi oración un encuentro similar al que tuvieron estos primeros amigos a quienes llamaste, me siento lleno de entusiasmo. Quiero confiar más en ti. Que Tú seas la mejor pesca de mi vida. Porque contigo todo lo puedo y sin ti nada puedo. Que mi vida sea también instrumento para tener mis redes henchidas de frutos para gloria tuya.

PROPÓSITO

Me propongo hoy visitar el Santísimo y agradecer a Jesús el haberme llamado a ser amigo tan cercano como llamó también a Pedro, a Santiago y a Juan.

Autor: P. Allan Carpenter, LC.

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