Iniciamos el segundo bloque de meditaciones vocacionales sobre modelos en la vocación. Presentaremos las vidas y respuestas de personajes bíblicos. Esto nos ayuda a bajar las ideas en personas concretas de carne y hueso como tú y como yo. Ellos vivían en un tiempo y circunstancias concretas, con una historia a sus espaldas, con alegrías y dificultades, con defectos y virtudes… Y en medio de todo esto el Señor nuestro Dios les llama a una misión grande: ser instrumentos de su Plan de Salvación.  Por eso son modelos de entrega y generosidad en la vocación.

  1. EL LLAMADO IMPLICA “SALIR DE NUESTRA TIERRA”.

El Señor Yahvé se dirige a Abraham pues lo ha mirado con amor y lo ha elegido para ser instrumento. Pero lo que le pide es algo difícil: salir de su tierra e ir a una que desconoce. Dios cuando llama a alguien para ser su sacerdote también nos pide “salir de nuestra tierra”: planes, ilusiones, proyectos, zona de confort… ¡Y eso duele! Muchas veces podemos decirle a Dios en nuestra oración fervorosa que estamos dispuesto a todo, que le amamos, que es lo mejor de nuestra vida, que nos lleve donde los hombres necesiten su Palabra (como en Megamisiones)… hasta que nos pide darle nuestra propia vida. Cuando percibimos que hay una inquietud vocacional y que crece en nuestro corazón, esa “propia tierra que poseemos” comienza a sernos muy grata más de lo habitual. ¿Qué habrá pasado por la mente de Abraham? Contempla esto un momento, quizás tampoco la tuvo fácil. Sin embargo, “Abraham partió, como el Señor se lo había ordenado” (Gn. 12, 4).  Abraham “ya tenía su vida resuelta” pues tenía 75 años cuando Dios le llamó y aun así él obedece en la fe… no sabe a dónde ni cuánto tiempo le llevará, no sabe tampoco lo que encontrará en el camino, pero CREE humildemente en ese Dios que se revela como Único Dios Verdadero. ¿Puedes decir que tu respuesta a Dios es en la FE auténtica como la de Abraham?

  1. DISCERNIR BIEN LO QUE DIOS PIDE.

En el proceso vocacional hay que saber muy bien qué es lo que estamos discerniendo. Lo primero que pensamos al percibir una inquietud vocacional sacerdotal en nuestro corazón es que “ya seremos sacerdotes” y que si inicio un proceso vocacional, si voy a una convivencia vocacional o si realizo un preseminario o incluso ingreso al noviciado/seminario, será algo definitivo. ¡Y la realidad es que no! Por eso es importante discernir qué es lo que Dios nos pide en cada paso que damos yendo hacia Él. Abraham no se cuestionó muchas preguntas lógicas que acudieron a su mente… lo que puso en discernimiento es si él quería hacer la Voluntad de Aquél que se revelaba como Dios Único y que además le prometía un premio: “Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra” (Gn. 12, 2-3). Dedica unos minutos a reflexionar en la promesa de Dios a Abraham: “por ti muchos pueblos serán bendecido”… ¿Cuántas personas serán bendecidas si realmente Dios te llamara al sacerdocio? ¿Cuántos matrimonios evitarán la ruptura con el consejo de un sacerdote? ¿Cuántas nuevas vocaciones serán alentadas por el testimonio santo de un sacerdote? ¿Cuántas obras de caridad serán beneficiadas por la ayuda de un sacerdote? Y ese podrías ser TÚ, si Dios te ha regalado esa vocación. Es así como Abraham dio ese paso de generosidad sabiendo que después de darlo el Señor le mostraría el paso siguiente a dar…¡y eso le bastaba! Ese paso lo dio con seguridad, con amor y con fe pues la garantía en esa certeza era Dios mismo.

¡No temas de dar los pasos que Dios te pide dar! Eso implicará que entres en oración, que pidas luz al Señor, que consultes, que contemples el premio: “el ciento por uno y la vida eterna” (Mc. 28, 30), en definitiva, tu felicidad eterna y plena desde ahora.

ORACIÓN COLOQUIO.

Señor Dios mío, Dueño de la vida y de la historia, Tú conoces mi propia historia y todo mi caminar futuro hacia ti, la verdadera Tierra Prometida donde seré feliz. Ayúdame a siempre caminar en la fe, a dejar mi propia tierra para ir guiado por ti. Sabes que me cuesta confiar, por ello te pido que tu gracia me fortalezca, me de fervor, me cause alegría interior de saber que cada paso que doy me acerca a Ti si lo hago con buen discernimiento, con alegría y confianza. No permitas que me cierre nunca a tu Voluntad sea lo que sea. Gracias, Señor mío, por cruzarte en mi tierra e invitarme a tu Tierra. Amén.

PROPÓSITOS QUE AYUDAN AL DISCERNIMIENTO.

  • Meditar unos minutos en ese premio eterno, la Tierra Prometida, y que es necesario dar pasos de generosidad confiada. Analizar cuáles son mis reacciones internas.
  • Reflexionar sobre lo que me impide dar pasos vocacionales y salir de mi tierra: temor, falta de generosidad, ignorancia vocacional, idealización, apego a mi propia voluntad, falta de fe y confianza…
  • Durante el día diré la siguiente jaculatoria: “¡Llévame donde los hombres necesiten tu Palabra!”.

Autor: P. Sergio Salcido Valle, LC.

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