El sábado pasado he ido al basurero con algunos jóvenes y he regresado con el corazón henchido y entusiasmado… porque mucha es la mies y aunque los obreros son pocos me apasiona también el ir a buscarlos e invitar a que vengan a trabajar junto conmigo y el Señor. Más que ver tristeza, pobreza y desolación en ese lugar, he visto almas dispuestas -la Viña del Señor- a recibir el anuncio del Evangelio. Supe que al inicio de este apostolado allí hace tres años, los pobladores pidieron a los jóvenes universitarios y al padre: Padre, tráigannos a Dios. Lo material ayudará, pero Dios es lo esencial.

  1. ¿CUÁL ES LA URGENCIA DE JESÚS?

El dueño de la viña de la parábola es Dios. Él ha tenido que salir cinco veces a buscar trabajadores para su viña. Dios busca a sus elegidos: en edad de adolescencia, o juventud o algo más maduros… la mejor hora para ti es el momento en que se cruzó en tu vida.  Si Él ha tocado a la puerta de tu corazón entonces significa que hay una urgencia en su Sagrado Corazón, ¿cuál será?  “Yo he venido para traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lc. 12, 49). Cristo quiere traernos el fuego de su Amor y eso es una urgencia.  Cristo quiere hacernos saber que en su Viña se está bien. San Pablo también fue encendido por ese fuego apasionante al grado de exclamar “¡La caridad de Cristo nos apremia!” (2 Cor. 5, 14). Esa urgencia es fruto de la certeza de saber que no hay nada mejor que eso, que ninguna otra acción o cosa dan más plenitud que estar encendidos por Cristo, de hacer cosas que no se acaban con la muerte, de hacer cosas que trasciendan, de arrancar sonrisas de almas tristes… ¿La has sentido alguna vez en tu corazón? Esa urgencia nace al contemplar el valor de cada alma: la Sangre de Cristo derramada en la Cruz. Por eso, Él sale varias veces pues le interesa su Viña, le interesan la salvación de las almas. Esa misma urgencia de Jesús es la misma que debe existir en el corazón de los elegidos por Cristo, los trabajadores invitados, para el sacerdocio.

  1. CONTEMPLAR LA VIÑA.

Si alguna vez has visto un viñedo seguramente habrás experimentado la hermosura, la grandeza, la serenidad y también la necesidad de trabajadores para tenerla así, obviamente para cosechar la uva. Esta imagen de la parábola corresponde al Reino de Cristo que quiere ser instalado en nuestro corazón. Será así de hermoso, grande y sereno en la medida que dejemos que Él reine. Pero la realidad es la que describía San Pablo: “Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto” (Rom. 8, 22). No en todos los corazones de los hombres hay una viña como la idealy por eso se necesitan trabajadores que vayan a trabajar en ella, que sean enviados del Señor para anunciarles la Buena Nueva. ¿Cuántos amigos y familiares tuyos viven en un vacío existencial? ¿Cuántas personas te encuentras en la calle y cuyo rostro refleja insatisfacción, tristeza, alegría falsa…? ¿Cuánto mal físico y moral seguramente te encuentras todos los días? Y uno exclamaría: ¿Dónde estás Señor? ¿Qué es lo que haces y por qué permites esto?  La Viña del Señor muchas veces está dañada en tantos corazones… Y por eso las almas necesitan que les llevemos a Dios. ¿Eres tú de los que alzan la mano?

  1. ¿CÓMO ES QUE ESTÁIS SIN TRABAJAR?

Ante este panorama, el Dueño se encuentra con algunos y se asombra que estén sin trabajar cuando la misión es… ¡TAN GRANDE! La vida es apasionante cuando se vive sabiendo el para qué de ella, es decir, cuando se vive en clave de misión. Es allí cuando se empieza a vivir, cuando se sabe el para qué hemos nacido. Muchas personas viven sin sentido, en la rutina negativa de los días, dejando pasar el tiempo miserablemente, sin poner los dones recibidos al servicio de los demás… de la Viña del Señor. ¡Qué diferente sería el mundo y los corazones si viviéramos con la alegría de extender el Reino de Cristo y que Él reine en los demás!  Él también quizás te ha invitado a trabajar en su Viña y se ha sorprendido, es posible, de que aún no estés trabajando al 100% en el Plan que ha pensado para ti desde la eternidad. Quizás a través de la inquietud vocacional te invita a cosas grandes, duras y cansadas, sí; pero con una paga inapreciable –el denario- que da verdadera felicidad, plenitud y gozo interior que nada ni nadie te quitará.  Ojalá que la actitud de tu corazón ante esta pregunta del Dueño de la Viña sea apertura, generosidad y confianza en Él; disponibilidad para descubrir qué quiere de ti y en qué manera quiere que le sirvas… Eso es discernimiento vocacional! Ante las palabras de los pobladores del basurero que quieren que les llevemos a Dios, ¿tú quisieras alzar la mano y decir ¡Voy, Señor, para hacer tu Voluntad!

ORACIÓN COLOQUIO.

Señor Jesús, Tú sabes que es lo que más me conviene. Cuenta conmigo, llámame, a la hora que quieras, para trabajar en tu Viña. Tú eres fiel a tu Palabra y estás más interesado que yo en mi bien espiritual, por eso confío plenamente en Ti. Quiero escuchar tu voz. Habla, Señor, estoy a la escucha.  Quiero trabajar por Ti y contigo; quiero desgastar mi vida por Ti poniendo a tu servicio lo mismo que Tú me has dado. Ilumina mi mente y corazón para saber cómo y dónde servirte. Amén.

*Tomada de Catholic.net

PROPÓSITOS QUE AYUDAN AL DISCERNIMIENTO.

  • Haré una oración ante Cristo Eucaristía por los que no te conocen o no te dejan entrar en su corazón. Especialmente si son amigos y conocidos.
  • Hacer una buena obra, quizás darle de comer a un mendigo y acompañarle, para que él perciba el amor de Dios a través de mí.

 

Autor: P. Sergio Salcido Valle, LC

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